lunes, 21 de marzo de 2011

Mindless II / Cogito Ergo Sum

-"¡Maldita sea, estoy pensando otra vez!...", me dije a mi mismo


El sol me cegó por unos segundos mientras evadía un coche con mi skate, un Hummer negro que casi me arrolla. Pensé que debería poner mas atención a las calles cuando voy patinando, pero sabía, que como tantas otras veces, volvería a perderme en mi maraña de pensamientos cada vez que tuviera la oportunidad. Después de esto, intenté llegar lo mas rápido posible a la residencia, pero por el camino algo llamó mi atención. ¡El mismo coche que apunto estuvo de arrollarme volvía hacia mi otra vez!... antes de que pudiera reaccionar, el hummer pasó de largo por la calle. En un fugaz destello pude divisar un par de sombras en su interior, ambas de un tamaño desproporcionadamente alto, demasiado alto, casi como fueran encorbados dentro del coche.

Me figuré que debería ser cosa del cansancio, pues la noche anterior apenas pude dormir un par de horas y pensé que la falta de sueño me había jugado una mala pasada. Apuré el paso y en unos minutos llegué a la residencia.

Para mi sorpresa, cuando estuve a unos metros de la puerta, pude observar como, un par de aparcamientos mas allá, estaba aparcado el mismo hummer que me encontré dos veces antes de llegar a la residencia. Y estaba vacío. No pude contenerme mas y subí corriendo de dos en dos los escalones que me separaban de mi habitación.

Cuando por fin llegué a la tercera planta, donde se encontraba mi habitación, me di cuenta de que me había olvidado la llave. Rápidamente saqué el móvil y llame a Raymond, mi compañero de cuarto, para ver si estaba en la residencia y podía dejarme la llave un momento.

Un toque.

Dos toques.

Tres toques.

-"El número móvil al que llama esta apagado o fuera de cobertura, por favor, intentelo mas tarde" Dijo la robótica voz que salió del móvil

-"Típico, este tío siempre está con el teléfono apagado" Pensé

Entonces, decidí bajar a la portería a ver si me dejaban una copia de la llave para (por fin) poder entrar en mi cuarto. Cuando bajé, vi cómo, como era normal ultimamente, el portero estaba en la entrada sentado leyendo un libro.

-"¡Hola Bobby! ¿Que lees?"
-"Ahora mismo estoy leyendo "Kafka en la Orilla" de un tal Haruki Murakami."
-¿Y que tal está?
- La verdad es que me compré libro por la portada y por la sinopsis, y hasta ahora no me parece gran cosa, espero que mas adelante mejore... Bueno, ¿Querías algo?
-Si... esto, ¿Me puedes dejar otra vez la copia de la llave? Es que me la he vuelto a dejar dentro...
-Ah, Alex. Siempre igual. Toma, tráela en cuanto abras y cojas tu llave.

Fugaz como el viento, subí hasta mi habitación. Mientras comenzaba a subir por la escaleras, me pareció oír como, en alguna habitación de mas arriba, algunas personas estaban discutiendo. Al poco tiempo la pelea cesó de golpe.

Por fin llegué a la tercera planta. Me dirigí rápidamente hasta mi habitación cuando me di cuenta de que la puerta estaba abierta. Pude ver como el sol de la tarde de Phoenix inundaba todo el pasillo levemente oscurecido, y tras unos segundos, una fuerte brisa de aire entró por la ventana y abrió la puerta violentamente.

Allí, en la habitación, se encontraba Raymond. Estaba tendido en el suelo, con los cascos de su ipod en el cuello, junto a la cama, tan blanco como la nieve. De su oido derecho manaba abundantemente sangre. Estaba muerto.



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